domingo, 15 de julio de 2007

Museo Picasso



Las colecciones del Museo Picasso revelan, en gran medida, las relaciones que el artista mantuvo con Barcelona y retratan los momentos clave de esta amistad.

De hecho, gran parte del fondo actual proviene de la donación que, en el año 1970, hizo el propio Picasso de todas sus obras de juventud.

De ahí que el museo sea riquísimo, podríamos decir que prácticamente exhaustivo, en lo relativo a los periodos de formación del artista.

Por otra parte, el museo cuenta con una importante representación de obras de 1917, año en que Picasso conoció a Olga Koklova y fue a Roma con los ballets de Diaguilev para preparar Parade y después viajó a Barcelona para presentarla a su familia.

Así pues, ese año Picasso pasó una larga temporada en Barcelona. Son testimonio de esta estancia un conjunto de obras muy importantes que marcan la transición del cubismo hacia el reencuentro con el clasicismo, favorecido por su viaje a Italia.

Son ejemplos de ello Arlequín, Mujer con mantilla, Personaje con frutero y Blanquita Suárez, piezas de factura cubista pero con más concesión a la policromía y a ciertos elementos de ornamento.

La colección es exhaustiva hasta la época azul, de esta época, cuyo final coincide con la marcha definitiva de Picasso a París —en abril de 1904—, el museo tiene una representación valiosa.

Como puede verse, las colecciones del Museo Picasso tienen un carácter inseparablemente barcelonés y, al tiempo, han otorgado a Barcelona un carácter marcadamente picassiano.



















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